Carta del Prelado del Opus Dei en el V SIMPOSIO de San Josemaría
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Roma, 12 de noviembre de 2010
Sr.D. Antonio Guillén Gea
Presidente de la Fundación Catalina Mir
JAÉN
Querido Antonio:
Me llena de gozo escribir estas líneas con ocasión del V Simposio de San Josemaría. Deseo, en primer lugar, unirme al reconocimiento que, con esta iniciativa bienal, manifestáis hacia este santo sacerdote. De su ejemplo y enseñanzas, que constituyen parte del patrimonio de la Iglesia Universal, podemos sacar tanto provecho, para nuestra vida personal y para los demás.
La edición de este año tratará sobre un aspecto profundamente arraigado en el alma y en el corazón del Fundador del Opus Dei, desde el comienzo de su actividad sacerdotal: la labor con los jóvenes, a quienes supo infundir el amor a los valores insondables de la libertad y de la responsabilidad, como fundamento de su crecimiento humano y espiritual.
Al remarcar la necesidad de forjar en las virtudes a quienes aspiran a convertirse en mujeres y hombres que edifiquen cristianamente el mañana, el amor a la libertad adquiere un protagonismo esencial, pues no podemos hablar en sentido propio de formación, si no es en libertad. San Josemaría, con unos trazos autobiográficos, dejó constancia, en una homilía recogida en “Es Cristo que pasas”, de que su labor de sacerdote y de pastor de almas era una tarea que se basaba en el respeto a la transcendencia e la verdad revelada, y en el amor a la libertad de la humana criatura.
A la vez, el Fundador del Opus Dei, daba una importancia decisiva a la misión que los educadores –los padres principalísimamente- tienen en la formación integral de la persona. La tarea de orientación, de consejo no limita la libertad; al contrario, ayuda a desarrollarla en orden al bien y a la verdad, al proporcionar elementos de juicio que aumentan las posibilidades de elección y hace que las decisiones no estén condicionadas por factores irracionales o superficiales.
Queremos una juventud sana, alegre, con ideales grandes, de santidad y solidaridad, capaz de aportar optimismo a la sociedad. Pongamos estos buenos anhelos en manos de Santísima Virgen. Y permitidme que concluya con unas palabras de San Josemaría, para que no perdamos de vista la importancia de formar chicas y chicos con corazón magnánimo, sin miedo a afrontar la vida y dispuestos a responder generosamente a Dios; el Reino de Cristo es de libertad: aquí no existen más siervos que los que libremente se encadenan, por Amor a Dios. ¡Bendita esclavitud de amor, que nos hace libres! Sin libertad, no podemos corresponder a la gracia; sin libertad, no podemos entregarnos libremente al Señor, con la razón más sobrenatural: porque nos da la gana.
Con el deseo de que estas jornadas aporten valiosos puntos de reflexión y respuestas positivas que ayuden a numerosas familias, me confío a vuestra oración por mis intenciones y envío mi bendición más cariñosa a todos los participantes.
In Domino